La tortura es el acto de
causar daño físico o psicológico intencionadamente a una persona o animal.
El objetivo puede ser
variado: obtener una confesión o información de la víctima o de una tercera
persona, como venganza por un hecho cometido por la víctima o por una tercera
persona, como preludio de una ejecución en cuyo caso se habla de
muerte-suplicio o simplemente para el entretenimiento sádico del torturador.
Este daño se puede causar de
varias formas. El daño físico se puede causar mediante golpes, rotura de
huesos, desgarros musculares, castración, aplastamiento, pinchazos, cortes,
descargas eléctricas, desfiguración, quemaduras, aplicación de temperaturas
extremas, ingestión de productos químicos o elementos cortantes, baños con
substancias químicas cáusticas, ahogamiento, violación, privación del sueño o
posturas corporales incómodas.
El daño psicológico se puede
realizar mediante la privación sensorial, el aislamiento, la humillación verbal
o física desnudez durante los interrogatorios, la manipulación de la
información sobre el detenido o sus allegados, la mentira por ejemplo falsas
informaciones sobre daños sufridos por amigos y familiares, la desorientación
física y mental, o la simulación de torturas físicas o ejecuciones que contribuyan
a la desmoralización. En general, lo que se busca con la tortura psicológica es
la ruptura de la autoestima y la resistencia moral del detenido, con el fin de
que el interrogador acceda más fácilmente a sus deseos, sean estos cuales sean.
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